
Escrito por Mariana Llanos
Cuando mis hijos mayores—ahora 16 y 13 años—eran pequeños, se me hacía muy fácil motivarlos a leer. La lectura era parte de nuestra rutina diaria, no solo a través de nuestro cuento de la noche, sino a través de visitas frecuentes a la biblioteca, librería y cualquier otro sitio donde hubiera libros. Cuando uno de ellos estaba inquieto en la sala de espera del doctor, sacaba de mi cartera un libro y listo, se ponían a “leer” o les leía yo. En los viajes largos siempre estaban requeridos a llevar no solo el muñeco de peluche y algún aparato electrónico, sino una colección de libros para el camino.
Es así como crie lectores, niños a los que la lectura no solo se les hacía fácil sino también un hábito. Y creo que a la mayoría nos sucede de esta manera. Hasta… que los niños se vuelven lectores independientes. Es imperativo que a medida que nuestros hijos desarrollan sus propios gustos y se vuelvan inevitablemente “grandes”, nosotros los padres no dejemos de motivar el hábito de la lectura.
1. Leer debe ser un placer. Creo que muchos padres (y maestros) cometemos el error de querer imponer las lecturas que nuestros jovencitos leerán. Pero ¿han pensado cómo se sienten ustedes cuando algo se les impone? A los jóvenes se les debe dar el poder de decidir qué libros desean leer y acceso a una biblioteca sin restricciones. Claro, podemos guiar y aconsejar, pero al final, cuando leer se convierte en una tarea pesada, los estaremos alejando de la lectura.
2. Las revistas son lectura también. Cuántas veces hemos escuchado a alguien decir, “¡lee un libro de verdad!” (levanto la mano lentamente). Pero la verdad es que las revistas, comics, novelas gráficas, inclusive artículos de blogs, son lecturas de verdad. Es mucho más enriquecedor para los niños grandes que aprendan a leer en diferentes géneros y formatos. Enfrentémoslo: no todos los días tenemos ganas de leer un libro. Quizá simplemente nos provoca leer una historia corta o un artículo sobre algo interesante. Entonces, ¿por qué nuestros hijos no pueden tener el mismo privilegio de escoger?
3. La tecnología NO es tu enemiga. Hablando de leer en diferentes formatos, recordemos que las personas tenemos gustos diferentes a la hora de leer. Por ejemplo, mi hijo mayor, quien siempre fue más adepto a la lectura, no soporta leer en tableta electrónica (léase Kindle, iPad o similar). Él mismo dice que se le hace más fácil leer el libro tradicional. Pero sí le gusta leer noticias y artículos en su teléfono. Para mi hijo segundo (quien fue el más reluctante a leer), en cambio, me vino a bien comprarle un Kindle. Él prefería este formato para buscar diferentes tipos de libros. A la vez, le atraía la tecnología de estos aparatos, como, por ejemplo, buscar las palabras en el diccionario o usar el resaltador. ¡Usemos la tecnología a nuestro favor!
4. Leamos en familia. Cierto, nuestros hijos ya quieren ser independientes y no quieren que mamá o papá les lea. Perfecto. Entonces, escojamos un libro que podamos leer en familia, pero por separado. Usé esta técnica con mi segundo hijo. Compartíamos el libro HOOT de Carl Hiaasen. Mi hijo leía uno o dos capítulos y me pasaba el libro. Esa noche los leía yo los mismos capítulos y al día siguiente discutíamos nuestras impresiones sobre la lectura. Hicimos así hasta que lo acabamos. Me preparo para hacer lo mismo con los siguientes libros de la serie.
5. Cantidad y Calidad no son lo mismo. Hay padres obsesionados con hacer que los hijos lean libros gruesos y grandes. En tercer grado de primaria les arrojamos los libros de Harry Potter para que los terminen (¡Harry Potter y el cáliz de fuego tiene 636 páginas!) como si a más grueso el libro, mayor sería la calidad de nuestra lectura. Pero simplemente eso no es así. Los niños leerán los libros grandes cuando estén preparados y no se sientan intimidados por el grosor del libro. Y vamos, adultos, ¿cuántos de nosotros lo pensamos tres veces antes de abrir un libro de más de 600 páginas? Además, lo que interesa cuando leen los niños no es qué tan grande sea el libro, sino lo que están comprendiendo de la lectura. Cuando los jóvenes ya leen independientemente, es importante que prestemos atención a la comprensión de lectura. Pero no me tomen a mal, yo adoro los libros de Harry Potter, como veremos en el siguiente paso.
6. Qué es mejor: ¿el libro o la película? Cuando mis hijos estuvieron interesados en empezar a leer Harry Potter, hicimos un pacto. Ellos leerían cada libro primero y después veríamos juntos la película correspondiente. Se nos hacía divertidísimo encontrar qué tramas habían sido modificadas en la película o qué otras quedaron fuera. También discutíamos cual era nuestra visión del libro vs la visión de la producción de la película. Se los recomiendo con muchos libros que están convirtiendo en película, como A Wrinkle in Time, Enders Game, Wonder, y otras.
7. ¡Ay, fo! Yo soy muy grande para ese libro. ¿QUÉ? Una cosa debe quedar muy clara. Uno nunca es demasiado grande o viejo para leer un libro. En nuestra búsqueda por hacer que nuestros hijos crezcan, a veces nos olvidamos de algo fundamental: aún son niños. Se los digo porque yo soy escritora de libros ilustrados. Los libros ilustrados son en sí un género artístico. Algunos son ligeros y tiernos, con premisas universales y valores que el lector debe interpretar. Otros tocan temas más difíciles y serios con simpleza y familiaridad. Los libros ilustrados tienen la capacidad de deshojar los complicados temas de los adultos y de la vida, dejarlos en su forma más pura y transmitirnos conceptos a veces duros de asimilar. Uno de mis favoritos es Each Kindness de Jacqueline Woodson. Estoy segura de que aquí, en su subscripción a Booklandia van a encontrar muchos otros favoritos.
8. Seamos modelos. Nosotros los padres, no dejamos de modelar comportamiento. Esto es cierto en todas las áreas que respectan a la crianza, y también en lo que respecta a la lectura. Padres de familia, hagan un tiempo en su apretada rutina para leer un libro. Acuéstense en la hierba y disfruten el mundo que se les abre al pasar las hojas de un libro. Hagan tiempo en su vida para leer una revista, o una historia corta. Para declamar un poema, o para escuchar un audiolibro. Padres, apaguemos nuestros teléfonos para poder concentrarnos en nuestra lectura. Visitemos la biblioteca más a menudo, celebremos una fecha especial en la librería. Nuestros hijos, por más grandes que quieran ellos creer que son, aún nos están mirando y están aprendiendo de nuestros hábitos.
Los primeros pasos de un lector se toman en nuestro regazo, pero la continuidad del hábito se da cuando los guiamos de la mano a través de sus años de crecimiento. No paremos, entonces, de fomentar la lectura en el hogar, ni aun cuando los hijos se nos crean grandes. Es trabajo arduo y constante, pero que nos dará la satisfacción de saber que estamos cultivando lectores de por vida.
Mariana Llanos
Autora peruana que reside en Oklahoma, USA. Mariana ha publicado varios libros para niños entre los que destacan Luca’s Bridge/El puente de Luca, Kutu: the Tiny Inca Princess/La ñusta diminuta, Poesía Alada, y Tristan Wolf. Su próximo libro, Eunice and Kate, se publicará en el 2020. Los cuentos de Mariana destacan por su sensibilidad al abordar temas fuertes y de actualidad. Para saber más de la autora visita
marianallanos.como síguela en Facebook en facebook.com/purplecornpressbooks
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